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¿Cómo crear hábitos saludables y rutinas en los niños?

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En los primeros años de vida, los niños aprenden observando, imitando y experimentando. Todo es nuevo para ellos: desde el sonido de su propio nombre, hasta los sabores, los horarios y los hábitos saludables que formarán parte de su día a día. Por eso, crear rutinas saludables desde la infancia es mucho más que establecer horarios; es construir bases sólidas que favorezcan su desarrollo integral, su seguridad emocional y su autonomía.

En APDE La Villa creemos que cada momento del día por pequeño que parezca es una oportunidad para educar, acompañar y sembrar hábitos que permanecerán a lo largo de la vida.

instituciones recomiendan preparar loncheras nutritivas, variadas y atractivas para niños desde los primeros meses hasta los 7 años. En este artículo, exploramos las pautas clave, ejemplos prácticos y consejos útiles avalados por especialistas guatemaltecos para cuidar la alimentación infantil.


El poder de las rutinas: seguridad y confianza

Las rutinas diarias no solo ordenan el tiempo; también le brindan al niño un marco claro y predecible. Cuando sabe qué viene después, su nivel de ansiedad disminuye y su sentido de seguridad aumenta. Por ejemplo, cuando todos los días la mañana comienza con el mismo saludo, el mismo desayuno y el mismo espacio para lavarse las manos, el niño aprende a anticipar lo que ocurrirá y se siente confiado.

La predictibilidad es especialmente importante en los primeros años. Un niño que sabe que, después de jugar, llegará el momento de recoger, y que después de recoger vendrá la hora de la merienda, aprende autocontrol, desarrolla la noción del tiempo y entiende que sus acciones tienen un orden y un propósito.


Hábitos saludables: más que rutinas, aprendizajes para la vida

Cuando hablamos de rutinas, no nos referimos únicamente a horarios fijos, sino a crear experiencias significativas que inviten al niño a participar activamente en su propio bienestar. Algunos hábitos que se pueden cultivar desde pequeños son:

  • Higiene personal: Lavarse las manos antes y después de comer, cepillarse los dientes y aprender a limpiar su espacio son gestos sencillos que fortalecen la autonomía y la responsabilidad.
  • Alimentación equilibrada: Involucrar al niño en la elección de frutas, verduras o meriendas saludables lo ayuda a relacionarse de forma positiva con la comida y a desarrollar preferencia por opciones nutritivas.
  • Actividad física diaria: Saltar, bailar, correr, trepar… El movimiento no solo fortalece el cuerpo, sino que también estimula la coordinación, la concentración y el bienestar emocional.
  • Descanso reparador: Respetar los horarios de sueño permite que el niño regule su energía y favorece el desarrollo de su cerebro en crecimiento.

Estos hábitos, integrados en rutinas diarias, impactan directamente en el desarrollo físico, emocional, social y cognitivo de los niños.


El rol del adulto: guiar, acompañar y modelar

Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que escuchan. Si como adultos somos coherentes con lo que decimos y hacemos, los pequeños encuentran un espejo donde reflejarse. Por ejemplo, si hablamos de la importancia de lavarse las manos, pero nosotros mismos lo hacemos de forma apresurada o sin intención, el mensaje pierde fuerza.

Es vital proveer un acompañamiento respetuoso y afectivo: los adultos somos guías que inspiran, no controladores que imponen. Esto significa explicar el porqué de cada acción, invitar al niño a participar y celebrar cada logro, por pequeño que parezca.


Cómo introducir las rutinas de manera efectiva

La clave para que una rutina funcione no está en la rigidez, sino en la constancia flexible. Algunas recomendaciones prácticas son:

  1. Comenzar poco a poco: Introducir una rutina a la vez. Por ejemplo, primero trabajar el hábito de lavarse los dientes y, una vez que esté consolidado, incorporar el orden de la mochila.
  2. Hacerlo divertido: Cantar canciones, usar relojes visuales, incluir juegos y desafíos motiva a los niños a participar.
  3. Dar opciones y voz al niño: Cuando puede elegir entre dos meriendas saludables o decidir si se pone primero los calcetines o la camiseta, el niño se siente parte activa del proceso.
  4. Reconocer los avances: El refuerzo positivo, los elogios y las palabras de ánimo generan motivación y autoestima.


Rutinas que trascienden el hogar y el aula

Cuando la escuela y la familia trabajan en conjunto, los beneficios de las rutinas se potencian. En APDE, creemos en la coherencia entre casa y aula: los hábitos que los niños practican en el colegio como recoger sus materiales o cuidar el orden, pueden trasladarse al hogar, y viceversa. Este acompañamiento conjunto refuerza la autonomía, fortalece los valores y crea un entorno de aprendizaje más estable.

Conclusión: sembrar hoy para el futuro

Crear hábitos saludables en los primeros años no es un objetivo inmediato, sino una inversión a largo plazo. Cada gesto, cada palabra y cada momento compartido construyen el carácter, la autoestima y las habilidades sociales de los niños. Las rutinas, lejos de ser limitantes, les dan estructura, les brindan seguridad y los preparan para tomar decisiones responsables en el futuro.

No olvidemos  que educar es acompañar con amor, intención y propósito. Y cuando ayudamos a un niño a construir hábitos saludables desde pequeño, no solo estamos formando estudiantes: estamos formando personas que podrán desplegar todo su potencial en la vida.

Por: Licda. Génesis Morales Maestra de Transition en APDE La Villa